Por: Héctor Carrillo.
La gente desea transformaciones reales. Ese es el supuesto bajo el cual los actores políticos han tenido respaldo o rechazo de las y los votantes y el mensaje principal del abstencionismo.
Hay un mensaje que se viene dejando en segundo plano desde las elecciones de 2019. Se pone mucha atención al nivel de popularidad del mandatario, a la relación entre su figura y la aceptación o no del Partido Nuevas Ideas, al descalabro de los otrora partidos mayoritarios –ARENA y FMLN- o bien, a los manoseos de las reglas electorales.
Si bien esos son elementos importantes para el análisis, poco o nada dicen sino se piensa en el mensaje colectivo que se desprende de los resultados electorales o de la pasividad con que la población ha visto todas esas circunstancias.
Los resultados electorales de febrero y marzo de 2024 dejan bien claro ese mensaje y es importante que todos los actores políticos y sociales lo tengan muy presente si en realidad quieren contribuir a la transformación del país o bien, mantener la aceptación de la población.
La amplia mayoría con la cual Nayib Bukele derrotó en las urnas -sin entrar a valorar los cuestionamientos- el 4 de febrero, el contraste con los resultados –hacia Nuevas Ideas- y el bajo nivel de participación el 3 de marzo, así como la consolidación del derrumbe de otras fuerzas electorales, debe entenderse a la luz del deseo permanente de transformaciones reales que existe en la población.
El deseo de cambios reales es lo que abrió las puertas de la presidencia a Nayib Bukele y la sensación de acciones tangibles -manejo de la pandemia y resultados en materia de seguridad-, de impacto positivo en la población; le dio también el control de la Asamblea Legislativa –con todas las implicaciones posteriores- en 2021 y la reelección –en la forma que sea- en 2024.
Percibir cambios reales, acordes a los deseos y necesidades de la población es lo que ha vuelto irrelevante cualquier denuncia sobre irregularidades en el manejo de fondos públicos, las alarmas por el debilitamiento de la institucionalidad, los constantes señalamientos de falta de transparencia o, incluso, las revelaciones periodísticas sobre la repetición de supuestos acuerdos con grupos criminales. Ninguno de estos señalamientos ha tenido mayor impacto en el sentir de la población por una razón bien sencilla: la gestión de Nayib Bukele le ha dado algo que ninguna otra le dio, una percepción muy amplia de cambios reales, directos, sobre todo, en materia de seguridad. Ese deseo de cambio es el que, también, en el pasado permitió al FMLN y ARENA acceder al poder. Defraudar esa expectativa, les ha costado lo que les ha costado.
La población votante ha sido fiel a ese deseo, de ahí los cambios drásticos en cuanto a apoyos electorales. El abstencionismo no puede interpretarse de otra forma, pero debe entenderse como un deseo más profundo de transformaciones. Se trata de una voz que señala, de manera contundente, que no cree que alguno de los actores políticos realmente vaya a cambiar algo, que, además, ni siquiera cree en la institucionalidad como mecanismo de abordaje de los problemas sociales. Las elecciones de febrero y marzo son un buen ejemplo de este mensaje: un amplio apoyo a Nayib Bukele, pero no en la misma medida a las candidaturas del partido Nuevas Ideas.
Es de suma importancia hacer esa interpretación del comportamiento del electorado pues debiera ser la brújula para las autoridades que están por asumir y para el resto de actores políticos y sociales, es decir, los sectores organizados debieran canalizar y orientar ese elemento constante en la población salvadoreña: el deseo de transformaciones reales y profundas, perceptibles.
No atender esa máxima puede llevar al gobierno devuelta a su origen, junto a las fuerzas políticas que son vistas con desconfianza por la población y, a los actores sociales que tienen buenas intenciones, a diluir esfuerzos y perder oportunidades de organizar a la población en torno a esa permanente tarea de construir un mundo mejor, ese que todos y todas queremos.
Héctor Carrillo
Director Ejecutivo de FESPAD.
Abogado y Notario. Máster en Ciencia Política y Gestión Pública.