“Porque entre un armado y otro desarmado no hay comparación posible, y no es razonable que quien esté armado obedezca de buen grado a quien no lo está, y que el príncipe desarmado se sienta seguro entre servidores armados, porque, desdeñoso uno y desconfiado el otro, no es posible que marchen de acuerdo. Por todo ello, un príncipe que, aparte de otras desgracias, no entienda de cosas militares, no puede ser estimado por sus soldados ni puede confiar en ellos.” (Maquiavelo. El Príncipe)
En el marco de la celebración del XXX aniversario de fundación del partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional -FMLN-, dirigentes de ese instituto político se dirigieron a su militancia y expresaron públicamente el apoyo al presidente de la República, ante un posible intento de golpe de Estado.
Posterior a esas declaraciones, distintos sectores de la sociedad salvadoreña, particularmente representantes de algunos partidos políticos y algunos medios de comunicación nacionales, llevaron el tema a la agenda pública mediática nacional e internacional, bajo la premisa que tales señalamientos de posible golpe de Estado son infundados.
No obstante, existen algunos acontecimientos nacionales del pasado reciente que pueden servir para asegurar que insinuar la posibilidad de un golpe de Estado en El Salvador, no es estar viendo fantasmas.
Las ideas sobre el régimen de excepción y el Estado fallido.
A raíz de los hechos ocurridos la noche del domingo 20 de junio de 2010, en el municipio de Mejicanos, donde fue incendiado un vehículo de transporte público, con sus ocupantes en el interior, dos fracciones legislativas dieron iniciativa a dos propuestas de reforma de ley; la primera, a una reforma constitucional para la aprobación general de la pena de muerte y, la otra, para instaurar un régimen de excepción parcial.
Potencialmente, la moción sobre la instauración del régimen de excepción, de darse las condiciones, no estaría lejos de tener aplicación en el corto o mediano plazo.
Hablar del régimen de excepción, es hablar de una cosa grave porque lleva implícito el quiebre normativo constitucional del Estado. Es de suponer que, de darse en el actual gobierno, sería el mayor logro de la oposición política, porque se reafirmaría los señalamientos que pretenden hacerlo ver como un gobierno incapaz.
De todos y todas es conocida la campaña publicitaria que un partido político inició en 2009 y ha continuado en lo que va del 2010 con la cual se quiere hacer ver que el gobierno actual es incapaz de conducir los asuntos públicos. También, desde la oposición se ha querido transmitir a la ciudadanía en general la idea que la inseguridad pública ha superado la capacidad normativa e institucional del Estado, y lo que es peor, se ha contribuido a generar un estado de crisis, al grado de haberse dado a inicios de septiembre de 2010, un paro al transporte público, cuyo origen real no fue posible identificar, pero que dentro del contexto de su desarrollo, la oposición política llegó a hacer señalamientos sobre la supuesta incapacidad del gobierno para manejar la crisis generada por la inseguridad; de manera extrema se llegó hasta a manifestar en distintos medios de comunicación que el actual es un Estado fallido.
Tampoco puede dejarse de mencionar que en 2010 un partido político del país recibió y declaró huésped distinguido a Roberto Michelleti, personaje que estuvo al frente del golpe de Estado en Honduras.
El papel de las fuerzas armadas.
No se puede ni debe desconocer la participación de las fuerzas armadas en los golpes de Estado, consumados o no, que a nivel mundial, latinoamericano y centroamericano se han dado. Los hechos más recientes en Honduras y Ecuador, dan fe de ello. En El Salvador, las recomendaciones que de la Fuerza Armada y en materia de seguridad pública hiciera en su informe la Comisión de la Verdad, consideró que “La desmilitarización de la policía es un gran paso de avance en El Salvador”, inversamente, la militarización de la seguridad pública podría considerarse como un gran paso hacia el pasado. El uso prolongado en el tiempo de la Fuerza Armada en labores de seguridad pública, y ahora con funciones en los centros penales y en las fronteras, aunque necesaria, es contrario a lo que la Constitución dispone. Posiblemente el presidente de la República ha depositado su confianza y siente seguridad en quien está ahora al frente de la Fuerza Armada. Sin embargo, tampoco debe olvidar el presidente que existen serias probabilidades de cambios, por distintas causas, al interior del estamento militar. La historia nacional da cuenta de cambios abruptos en su interior. En esas condiciones, el presidente Funes o el presidente próximo sería, como lo sostiene Maquiavelo, un príncipe desarmado. A casi un año de haber sacado al ejército a las calles, las condiciones de seguridad no parecen mejorar. El presidente Funes, una vez disminuida la crisis debería regresar a los miembros del ejército a los cuarteles; sin embargo, pese a los esfuerzos realizados, tal pareciera que hay factores desconocidos que no permiten que los índices delincuenciales disminuyan y por ende, se sigue justificando la presencia del ejército en las calles de manera permanente. Otro elemento innegable que no se debe pasar inadvertido es el hecho que el actual Ministro de la Defensa Nacional no es del total agrado de algunos miembros de las Fuerzas Armadas. Existe el antecedente de cuando el entonces Comandante General de la Fuerza Armada negó el ascenso de grado al entonces Coronel Munguía Payés, actual Ministro de la Defensa Nacional. Algunos militares acompañaron esa decisión. También, se sabe que hay algunos militares en estado de retiro, que pese a no estar institucionalizados formalmente en las filas castrenses, tienen una considerable influencia al interior de la institución militar. Pero también la tienen fuera de ella, tal es el caso de la Asociación de Veteranos Militares de El Salvador (ASVEM), cuyo máximo dirigente es un general en retiro y que además fue Ministro de la Defensa Nacional cuando el partido oficial de gobierno era el que ahora se siente señalado de estar fraguando un golpe de Estado.
Este dirigente, en un acto reciente organizado por ASVEM, se dirigió a un aproximado de 1500 veteranos militares y les manifestó que “Hay que respetar el Gobierno del Presidente y Comandante General de la Fuerza Armada, Mauricio Funes.1” Según explicaciones que diera al mismo medio de comunicación que recogió esas declaraciones, ese mensaje para los veteranos “era para diferenciar que no es lo mismo el pensamiento ideológico del mandatario al del ala radical del FMLN.”2 También, el dirigente de ASVEM expresó que como asociación ofrecieron sus servicios al presidente de la República para colaborar a defender a la ciudadanía de la delincuencia que está imperando en el país. Cabe preguntarse entonces, en qué contexto y a qué quiso referirse el dirigente de ASVEM cuando pide a sus afiliados que respeten el gobierno del Presidente Funes, y a hacer el deslinde con el partido FMLN, que es el que llevó a Funes a la Presidencia y ostenta el reconocimiento del partido oficial del gobierno. De tales declaraciones puede inferirse que el dirigente de ASVEM no respetaría un supuesto gobierno donde el presidente sea un miembro de lo que él denomina ala radical del FMLN. Hasta acá son suficientes las razones para creer que las ideas de un posible golpe de Estado en El Salvador, no son infundadas. La iniciativa del Gobierno salvadoreño consistente en solicitar a la Organización de Estados Americanos -OEA- la creación de un sistema para prevenir golpes de Estado y sancionar a los países en donde eventualmente ocurran, debe materializarse. Para finalizar, hay que decir que el uso público de expresiones como Estado de excepción y Estado fallido, han provenido inicialmente de personas relacionadas al partido que ahora hasta se atreve a pedir una reunión urgente con el Secretario General de la Organización de Estados Americanos -OEA- debido a que se siente señalado por el FMLN de estar larvando un golpe de Estado.
1El Diario de Hoy, 28 de agosto de 2010. http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_completa.asp?idCat=6358&idArt=5093875 2Ibid